jueves, 4 de diciembre de 2008

Ensayo Final

El ocaso de la mirada

" Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentiras,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras"
( Joaquin Sabina, 19 Días y 500 Noches)

"La crónica es una mezcla, en proporciones tornadizas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista – mirar en sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. Pero entre ver y mirar hay una diferencia radical”.
Esta reflexión de Martín Caparrós en “La Argentina Crónica”, recopilación de Maximiliano Tomás, me da licencia para pensar varias cuestiones acerca de la esencia misma del género. En primer lugar la mirada extrema que no le debe faltar al cronista, derivará en una subjetividad que considero un tesoro en tiempos donde modos análogos de mostrar lo que pasa en el mundo, opacan formatos más interesantes para percibir la realidad. Me pregunto si esta filosofía o conducta a la hora de construir un pedazo de mundo o un personaje no está condicionada por un patrón mercantil en donde rigen leyes de oferta y demanda, ¿quiénes optan por ver o mirar? , ¿qué intereses se ponen en juego?
Estas preguntas abren un abanico de problemáticas que me inducen a pensar cómo está posicionado el género en nuestra actualidad, qué proporción de comunicadores se dedican a producirlas y qué fines éticos y metodológicos utilizan.
Coincido con Caparrós en esta especie de protesta sobre la falta de espacio para publicar crónicas en nuestro país; adhiero a la causa de que en la mayoría de nuestros medios gráficos y digitales, lamentablemente, la crónica se ha convertido en un género en extinción. Cabe destacar que esto no es sólo un problema local y repentino.
En su obra “El Narrador” Walter Benjamin sostiene “cada mañana se nos informa sobre las novedades de toda la tierra. Y sin embargo somos notablemente pobres en historias extraordinarias”.Ello proviene de que ya no se distribuye ninguna novedad sin acompañarla con explicaciones”.Mediante esta afirmación el autor señala que este fenómeno responde a un proceso histórico que involucra varios cambios seculares que han ido reduciendo progresivamente la narración al campo de la espectacularización de la imagen. En dicha publicación Benjamin habla de una “nueva” forma de comunicar, yo la defino en la actualidad como la forma “legítima” de comunicar: la información.
Este modo conceptualmente predominante de transmitir, mejor dicho de negociar, la actualidad, está embriagado por la inmediatez de la información que excluye la capacidad para intercambiar experiencias que avalan una identidad y una subjetividad así como también ponen en segundo plano el arte de narrar. Respecto a este argumento, el autor postula “El consejo entretejido en la tela de la vida vivida, es sabiduría. El arte de narrar se acerca a su fin, por que el lado épico de la verdad, la sabiduría, está en trance de desaparecer”.
Acerca de esta tesis de Benjamin, Caparrós hace una síntesis histórica que manifiesta estas formas, a mi parecer, paradójicamente regresivas de contar lo que sucede en el mundo “La crónica era el modo de contar de una época en la que no había otras. Durante muchos siglos el mundo se miró – si se miraba- en las palabras. A finales del siglo XIX, cuando la foto se hizo más portátil, empezaron a aparecer esas revistas ilustradas donde las crónicas ocupaban cada vez menos espacio y las fotos más: la tentación de mostrar las fotos de los lugares que antes escribían.
Después vino el cine, apareció la tele. Y muchos supusieron que la escritura era el modo más pobre de contar el mundo: el que ofrece menos sensación de inmediatez, de verosimilitud. La palabra no muestra: construye, evoca, reflexiona, sugiere esa es su ventaja”.
En lo que respecta a la mirada pienso que también está condicionada por la ética profesional de cada periodista. En este planteo entran en juego varios asuntos, ¿cómo utilizar la mirada?, ¿cómo construir una subjetividad respetando la lealtad sin caer en manos de la especulación?
En cuanto a género de no ficción, la crónica presenta cierta tirantez entre realidad y ficción. En “El relato de los hechos” Amar Sánchez destaca “los relatos de no ficción, testimoniales, no son transcripciones de hechos más o menos significativos, por el contrario plantean una cantidad de problemas teóricos debido a la peculiar relación que establecen entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa. El género tiene como premisa un material que debe ser respetado, registros como grabaciones, documentos y testimonios comprobables que no pueden ser modificados por las exigencias del relato; el contenido es el resultado de una producción que cuenta con una mezcla de material más narración, los textos tienen una lógica interna que construye la subjetividad de otra realidad percibida por el cronista que pone en juego la credibilidad del contenido”
Hacer un buen uso de la mirada resulta fundamental para la crónica. Los límites entre realidad y ficción suelen hilar muy fino. Puede llegar a ser muy seductor aportar condimentos ficticios para adornar una crónica. Creo que lo que la hace bella, es el contenido de verdad que esta posea y sostengo que la mirada profunda es lo que va a hacer innecesaria la apelación a malversar material periodístico. Me parece oportuno cerrar esta idea con una cita de un escultor francés, llamado Auguste Rodin, que Celia Guichal compartió con nosotros durante el seminario “Es feo en el arte lo que es falso, lo que es artificial, lo que pretende ser bonito y precioso, lo que sonríe sin motivo, lo que amenza sin razón, lo que se arquea o se endereza sin causa, todo lo que carece de alma y de verdad, todo lo que no es más que alarde hermosura y gracia, todo lo que miente”.
Mirada y escritura van de la mano en la crónica. Una no puede existir sin la otra. Me parece relevante indagar sobre qué significa la crónica para aquellos pocos que se dedican a ellas y cómo se llevan los cronistas con la simbiosis de mirar y escribir. A partir de este planteo surge la necesidad de analizar también, cuáles son los límites éticos y metodológicos para contar una historia.
En la recopilación de Maximiliano Tomás se encuentran definiciones de crónicas hechas por los propios cronistas. Voy a exponer una pequeña tesis del género que engloba un sentimiento muy fuerte y vocacional con respecto a la labor periodística del cronista “La academia dirá que la crónica es una variante del periodismo llano y que se propone contar un hecho noticioso- un fenómeno, un suceso, un personaje- valiéndose de elementos de la narrativa. Pero mejor así: es prosa nerviosa, urgente y severa, afectada por la potencia de la realidad y escrita desde adentro: como vivida. Yo, cronista, estoy en el medio de la crónica, la camino. Entro en la historia, la padezco me enojo, sudo, salgo, vuelvo y la expulso como me viene. Alguien dijo que era literatura bajo presión; yo digo que es periodismo sin cáscaras” (Sánchez Gonzalo; “La Argentina crónica”. Año 2007/ pág.189). Ese periodismo sin cáscaras del que habla Gonzalo Sánchez es el que se rige por la mirada.
Con respecto a los límites éticos, en esta misma edición, hay una interesante opinión de del cronista Esteban Shmidt, que además revela como esta situado el género en la actualidad y la relación compleja que se establece con los periodistas.
“El límite más obvio en la Argentina es que nadie, ninguna empresa, ninguna cooperativa u ONG paga el tiempo que lleva hacer las cosas bien. En principio limita mucho la agenda por que los periodistas pueden narrar sobre una muy escasa gama de posibilidades siempre atada además a no complicar la relación de esos medios con los anunciantes. Una de las derivaciones éticas que esto tiene es que los medios naturalizaron las crónicas sobre la miseria que- para interlocutores de clase media como
son los periodistas y sus lectores – es un mundo que se cuenta solo, por la simple verificación del contraste, con los nenes y sus mosquitos duros, los charquitos de agua y las madres gordas de comer en Ugi’s”( Pág.154)

Retomando el tema de la mirada, central para quienes sienten con plenitud la vocación de cronista, me parece necesario citar este concepto “La crónica es una versión insospechada de lo real” (Alarcón Cristian/ “La Argentina crónica”/año 2007 Pág.49 ) Esta breve definición invita a pensar varias cuestiones que tienen que ver con la mirada, con la reconstrucción de los hechos, con lo sorprendente que puede llegar a se sumergirse en un mundo desconocido y descubrir un abismo de vivencias, sucesos, hechos, personajes y circunstancias que uno jamás hubiera imaginado.
Voy a contarles ahora mi experiencia personal en la incursión a este mundo tan apasionante. En particular, tuve en cuenta esta mirada extrema que señalan Caparrós y otros autores como algo esencial, quise dar cuenta de un espacio, la biblioteca y complejo cultural Mariano Moreno, lo mejor posible. Habían pasado los años, el lugar estaba muy cambiado y con bastantes dificultades económicas. Sin embargo, había un detalle en apariencias omisible pero que era fundamental para contar por qué el lugar seguía adelante. Había una columna importante que sostenía todo ello: la gente.
Recopilé distintos testimonios y cada persona, desde su lugar, aportó lo necesario para dar cuenta de algo que estaba más allá de esa gran estructura construida con fines educativos y culturales. Esto me permitió mirar al lugar desde lo simbólico, entonces decidí que así quería mostrarlo.
La mirada es un ejercicio introspectivo que tiene algo de innato. La defino como la más bella de las subjetividades. También es una filosofía de vida, una forma de pararse frente al mundo. La mirada se asocia con la extrema percepción de las cosas, con la excavación en superficies lánguidas y con el inconformismo de realidades parciales. La mirada pienso que también es política. La crónica significa mirar. “El periodismo de actualidad mira al poder. El que no es rico o famoso o rico o rico y famoso o tetona o futbolista tiene, para salir en los papeles, la única opción de la catástrofe: distintas formas de la muerte. Sin desastre la mayoría de la población no puede- no debe- ser noticia… La crónica se revela contra eso – cuando intenta mostrar, en sus historias, las vidas de todos, de cualquiera: lo que les pasa a los que también podrían ser sus lectores. La crónica es una forma de pararse frente a la información y su política del mundo: una manera de decir el mundo también puede ser otro. La crónica es política” (Caparrós Martín “La Argentina Crónica “/ Año 2007/ Pág. 11).
Gloria Pampillo, en “Permítame contarle una historia” (pág. 209) muestra, mediante una frase, esta relación tan significativa entre mirada y escritura que coincidiendo con los autores citados constituyen el pilar de todos los géneros periodísticos y literarios “Mirar. Eso si que es clave en la narración. Es todo un arte y un vicio la operación de mirar cuando se escribe. Y es un reclamo constante de la escritura, por que cuando se escribe hay que representar un mundo que se construye…”
No puedo finalizar mi ensayo sin citar a uno de los maravillosos escritores y auténticos cronistas de profesión que vimos durante el seminario “A lo mejor todo viene de aquella vez que me caí cuando era un pendejo y me golpié la nuca y nadie lo vio lo que pasaba adentro. Vos viste cómo era que no podía estarme quieto, pero no sabés por qué. Es que de golpe me agarraban esas ganas de gritar y de correr, sentía un ácido en los pulmones, por mí hubiera seguido corriendo hasta la Quiaca. Hasta que saqué esa foto y me calmé, pensé que ahí a lo mejor había una salida, que yo tenía una mirada, sabés, y que esa era mi mirada, y el viejo me puso el negocio. Yo quería devolverles algo, mostrar, no sé lo que te digo, pero mostrar el mundo en cuadritos de papel, que se pararan a mirarlo como yo y vieran que no era tan sencillo...yo no me puedo quedar quieto frente a lo que veo, tengo que hacer algo, y todos me dicen que no, de golpe me siento como atado, y hasta las cosas se te ponen en contra, los negativos se rayan la luz no funciona, no te rías, yo te digo que la luz no funciona como antes, no camina en línea recta, se vuelca de las cosas como un líquido pegajoso, esta cansada de andar y nada la contiene, el mundo esta podrido y en sueños me deshago en pedacitos y doy mal olor como si estuviera muerto”.
(Rodolfo Walsh “Los oficios terrestres”/ segunda edición: Julio de 1996; Fotos; Págs. 47/48)


Bibliografía

Selección de Maximiliano Tomás. Prólogo, Martín Caparrós. La Argentina Crónica. Historias de un país al límite. 2007 Grupo Editorial Planeta S.A.I.C

Benjamin Walter, “El narrador: consideraciones sobre la obra de Nicolai Lescov”, en sobre el programa de la filosofía futura, Barcelona, Planeta Agostini, 1986.

Amar Sánchez, Ana María “El género de no ficción: un campo problemático” en el relato de los hechos. Rodolfo Walsh: testimonio y escritura.

Pampillo Gloria, Augusto Albajari, Laura Di Marzo, Alicia Méndez y Ana Sarchione, Permítame contarle una historia, Buenos Aires, Eudeba, 1999.

Walsh Rodolfo, Los oficios terrestres, “Fotos”. Ediciones de la Flor S.R.L








































Diario de escritor/ últimas reflexiones.

Después de la tormenta, se reanudaron las ideas. Finalmente ya elegí el tema para mi ensayo. Quiero hablar de la mirada como algo fundamental e imprescindible para el género crónica. Pensé el tema, a partir de una cita de Martín Caparrós en La Argentina Crónica “La crónica es una mezcla, en proporciones tornadizas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista – mirar en sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. Pero entre ver y mirar hay una diferencia radical”. Profundizando en esta cuestión, me doy cuenta que el tema de la mirada, tan requerido por todos, es muy amplio y tiene muchos matices interesantes para mostrar.
Me siento segura con el material que tengo a disposición, lo único que esta dando vueltas es el epígrafe. Ninguno me convence y preferiría encontrarlo fuera de la bibliografía.
Los días han pasado. Me encuentro escribiendo las últimas líneas para el seminario y taller de escritura. Una extraña sensación de alegría y tristeza me invade.
El balance es muy positivo. Puedo calificar al taller como una experiencia de aprendizaje. En este seminario aprendí muchísimas cosas, de alguna forma siento que me encontré conmigo. Hallé en la escritura un espacio propio que ojalá pueda seguir existiendo. El blog del seminario en un principio me ofrecía resistencia. Luego se fue convirtiendo como un “lugar”en cierta forma afectivo, ya que era muy gratificante terminar cada nota de lector, cada reflexión, cada consigna para después compartirla con todos y también fue muy interesante ir conociendo los distintos puntos de vista y opiniones del resto.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Diario de escirtor - Primera parte

Catarsis; Estamos a fin de año y el calor sofocante, mejor dicho inhumano, entorpece cada acción., cada movimiento. Funcionar, pensar, dormir, madrugar y formular ideas se han convertido en tareas sacrificadas. Hasta mi letra ya no es la misma.
Finalicé el bloque narración a cuenta gotas, habiéndome quedado con ganas de disfrutarlo. El miedo al ensayo se avecina con más fuerza y me pregunto ¿qué es un ensayo? campo virgen, pendiente, palabra que inspira respeto. Todo un tema y ninguno al fin. Una muy buena reflexión sobre el género crónica, calificada así por Celia, parecería aproximarme al tema. Sin embargo no logro decidirme.Fue una cursada intensa, indagamos sobre diferentes temas de los cuales se desprendieron temáticas interesantísimas. No creo no tener nada para argumentar, sucede que se hace difícil elegir un tema. El ensayo me genera miedo pero también curiosidad, los fantasmas son básicamente no poder lograrlo, perder el eje, irme por las ramas, no encontrar material, aburrirme y aburrir. Las presiones son muchas; el ensayo es la frutilla del postre, es el cierre de meses intensos de trabajo, el sello de una etapa.
Las temperaturas elevadas de estos últimos días y una atmósfera de preocupación general me inducen a querer adelantar las horas, los días y que lleguen por fin mis tan anheladas vacaciones con posible destino a Córdoba. Cierro los ojos e imagino que coloco objetos en un bolso, surge entonces el deseo inmediato de partir en busca de experiencias; como una etnógrafa conocer gente de distintas culturas, apreciar otros hábitos y nuevos paisajes; construir una mirada sobre ese lugar tan anhelado, palpar otro clima, otras realidades, respirar profundo otro aire, sentir nuevos olores, sumergirme en otro mundo y vivir anécdotas para luego compartirlas y por qué no volver con una nueva crónica. Quizá en este deseo se encuentre el meollo del asunto.





martes, 25 de noviembre de 2008

Critica sobre el cuento de Natalia Coronel “Juego de niños”

Instala un buen clima de lectura mediante descripciones meticulosas sobre el personaje “Don Omar”, que por algún motivo sutilmente detallado parece poco común.
De esta forma le aporta a la historia el condimento necesario de misterio que tiene los cuentos, ya que no se sabe de donde viene el personaje, ni tampoco donde esta situado.
Esta evasión de espacio físico y temporal hacen más interesante a la historia. De esta forma, mantiene cierto suspenso que mediante indicios va mermando en forma gradual hasta llegar a los últimos párrafos cuando una voz externa a ese escenario resuelve la trama del cuento.
Me parece una breve pero buena historia por que tiene bastante contenido ficcional,
pone en juego su imaginación, y eso me parece meritorio.
Soy partidaria que una buena narración no necesariamente tiene que responder a determinada extensión. Es por eso que la brevedad del cuento no me impide calificarlo como un buen trabajo.

Fotos / Nota de lector Walsh

Este relato es complejo en cuanto a estructura y contenido. El narrador, “el negro tolosa” ,en un principio aparece como una figura anónima relatando la vida de Mauricio (Protagonista), luego va tomando cuerpo hasta tener un espacio importante en la historia. El relato no es lineal y su estructura segmentada e híbrida dificultó en primera instancia la comprensión del texto. Al menos en lo particular experimenté eso al leerlo, a medida que avancé tuve que retomar la lectura para seguir el hilo de la historia que presentada de esta forma me resultó dificultosa.
El texto es espaciado y entre los relatos se encuentran escrituras breves que cortan la continuidad de la historia y en cierta forma resultan chocantes para quien las lee, como una especie de provocación al lector. Estos pequeños escritos casi siempre tienen un sentido irónico a descifrar. Están ubicados en forma causal y requieren una pausa para interpretar el contenido así como también situarse en un contexto histórico.
La historia se compone de muchos personajes que se pueden apreciar de diversas formas, ya sea por medio de cartas, diálogos e intervenciones directas e indirectas.
Este cuento combina diferentes formas narrativas mediante, el género epistolar, el poético, fragmentos de titulares de diario, partes de sociales de diario, frases deletreadas, cortas y dispersas que hacen que el texto rompa con ciertos estándares de escritura. Estos índices hacen que el cuento adopte un estilo vanguardista que se identifica con lo que implica el arte de la fotografía.
En cuanto a la trama de la historia puedo asimilar a Mauricio con el personaje de León (Nota al pie), por que en cierta forma son dos personas particulares que no pueden contra el mundo por poseer una filosofía de vida distinta al contexto que los rodea y esta incomprensión los lleva a los dos a tomar la drástica decisión de quitarse la vida.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Rodolfo Walsh

Nota al pie

En cuanto a forma narrativa es una historia dividida en dos partes. Aparece por un lado un relato que comienza siendo central y debajo una carta presentada como nota al pie. A medida que avanza la historia estas notas al pie van tomando cada vez más protagonismo hasta ocupar un lugar central en el papel.
Se hace visible en la narración un doble punto de vista del autor. El relato, en un principio central, esta narrado en tercera persona; la carta, estas notas al pie que a simple vista parecen marginales y secundarias, están narradas en primera persona.
En cuanto a la historia, se puede interpretar al personaje de León como un “antihéroe”. En verdad, León, era un gran hombre que se diferenciaba del resto y no encontraba espacio en su contexto cotidiano. Era como el “bicho raro” de la Casa, lugar donde se desempeñaba como traductor, no pudiendo ser el mismo, estando limitado por cánones burocráticos que le impedían desarrollar su talento profesional.
León era un intelectual que parecía no ser comprendido por su jefe Otero, pero pese a varios malentendidos tenían una relación de aprecio mutuo.
Las distracciones de Otero hicieron que León se encuentre cada vez más desprotegido en su trabajo, que era prácticamente la razón de su existir. Estaba solo en el mundo, a sus padres no los conocía, por su carácter especial no podía entablar relaciones duraderas con las mujeres y su salario en la Casa no le permitía llevar una vida digna, a tal punto que siquiera podía comprarse medicamentos y mucho menos reparar su vieja Remington , su herramienta de trabajo.
Estas notas al pie que terminan siendo protagonistas en cuanto a espacio y sentido en la historia, son las que explican el por qué de la terrible decisión que tomó León.
Retomado a Piglia entonces se pueden vislumbrar dos historias en una; la del relato cuando León ya estaba muerto y primaba la confusión del por qué de su muerte y otra la de la carta, en donde León deja este último escrito en donde la decisión de suicidarse esta implícita, no así en el otro relato.
Walsh va a jugar con los puntos de vista, con la realidad y la ficción, me animo a decir que esta historia tiene poco de casual refiriéndome a la relación entre escritor- personaje, ya que encuentro muchos paralelismos entre la vida Walsh y León.
Si tuviera que elegir una nota al pie para definir su obra: Una historia maravillosa, un personaje entrañable y un escritor brillante. Perdón la redundancia pero me nacen estos pensamientos cada vez que lo leo.



domingo, 23 de noviembre de 2008

Reflexión sobre el género narración

La naturaleza sutil del género narrativo me induce a investigar sobre su funcionamiento, su lógica interna y su misterio. Si bien existe un código, un contenido y cierta estructura que identifica al cuento o la narración, se trata de un relato libre que permite experimentar distintas posturas desde la producción ya sea dentro de lo verosímil, inverosímil, de lo ficticio o no ficticio.
Mediante diversas tesis Ricardo Piglia expone disímiles representaciones de cuentos que se asemejan a estilos personales, clásicos o modernos, de autores muy significativos del género como Poe, Hemingway, Borges y Kafka entre otros.
“El cuento es un relato que encierra un relato secreto. No se trata de un sentido oculto que depende de la interpretación: el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático. La estrategia del relato esta puesta al servicio de esa narración cifrada”; mediante esta explicación clara, Piglia va a introducirnos en los problemas técnicos del cuento.
Piglia además va a exponer características que diferencian el cuento clásico del moderno. En cuanto al primero, tomando como referente a Poe, sostiene que el relato visible esconde un relato secreto narrado de un modo elíptico y fragmentario. El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie.
El cuento moderno, en cambio, abandona el final sorpresivo y la estructura cerrada, trabaja la tensión entre las dos historias sin resolverlas nunca. La historia secreta se cuenta de un modo cada vez más elusivo; el cuento moderno cuenta dos historias como si fueran una sola.
También menciona a Borges señalando que en sus relatos la historia secreta siempre es la misma; lo que va variando es el género.
Alvarado y Yeannoteguy van a presentar a la narración relacionándola con el conocimiento que se adquiere a través de la experiencia o bien con el conocimiento que se transmite a través de la experiencia.
Anclándose en conceptos raíces sobre la modalidad narrativa que se remonta a un pasado oral como la forma más antigua de organizar el conocimiento y que a su vez es anterior a la ciencia, dichos autores van a analizar varios matices que se desprenden del termino narración. También lo van a definir como elemento fundamental de toda cultura, que permite organizar el conocimiento en forma narrativa y transmitirlo a través de relatos.
En términos psicológicos Bruner plantea que los seres humanos pensamos nuestra propia vida de manera narrativa, la pensamos como un relato que va cambiando con el tiempo, y también pensamos narrativamente las vidas de los demás.
Bruner también va a explicar la trama narrativa como una organización secuencial y causal que permite dar cuenta de lo de lo imprevisto, lo inexplicable o lo anormal reencausando los hechos para luego poder interpretar la realidad y las conductas humanas. Paralelamente se trata de una historia que postula una amenaza, un quiebre y la restitución del orden.
Detrás de todo relato se esconde un narrador. Como afirman Alvarado y Yeannoteguy el narrador es una “voz” que narra; es quien enuncia, desde la ficción misma, ese relato.
Ahora bien puede vincularse con la historia de varias maneras. Hay casos en que el narrador se involucra como personaje de esa ficción, en otros casos la narración se presenta en tercera persona, fuera de los hechos que narra, o sea no esta representado como personaje. El mismo escritor crea narradores distintos en los distintos textos que escribe.
En relación al rol del narrador, un matiz importante de este género es la subjetivización de la narración. Esto esta relacionado a los recursos que utiliza el narrador para dar cuenta de las cosas que le suceden, permitiendo el acceso a su mundo interior. El modo más importante es el de la visión o del punto de vista; por medio de la primera o tercera persona se establece un juego con el punto de vista de los personajes que permite acceder a su perspectiva y a su modo de ver el mundo.
Con respecto a la mirada y el tema que puede llegar a ser motivo de composición de una narración, Gloria Pampillo afirma “Un tema puede ser una situación, una historia, una imagen que quedó prendida en la memoria. Lo que importa es que el tema, por trivial que sea, para uno es significativo”
Del punto de vista del narrador se desprende la experiencia. Walter Benjamín, en su ensayo titulado “El narrador”, basado en la obra de Nicolai Leskov, hace hincapié en que la capacidad de intercambiar experiencias se ha convertido en un fenómeno en extinción. Esta teoría de Benjamín responde a un proceso histórico que involucra varios cambios seculares que han ido reduciendo progresivamente la narración al campo de la lengua hablada. Benjamín señala que el surgimiento de la novela a comienzos de la edad moderna fue otro factor que marcó el ocaso de la narración.
Acerca de esta deslegitimación de la transmisión de experiencias, del boca en boca y de la incapacidad para tomar y dar consejos el autor reflexionó “El consejo entretejido en la tela de la vida vivida, es sabiduría. El arte de narrar se acerca a su fin, por que el lado épico de la verdad, la sabiduría, esta en trance a desaparecer”
Esta visión se ve fundamentada por una bisagra hacia un cambio significativo en el modo de comunicar que se distingue de las formas épicas. Esa nueva forma de comunicación Benjamín sostiene que es la información. La experiencia es de alguna forma opacada por la inmediatez de la información cuyos ejes, la novedad acompañada por explicaciones y las imágenes, son incompatibles con el arte de narrar.
Para concluir voy a citar un párrafo de Gloria Pompillo donde aparece un accionar, que más que una simple acción, es una filosofía para muchos de los que escribimos
“Mirar. Eso si que es clave en la narración. Es todo un arte y un vicio la operación de mirar cuando se escribe. Y es un reclamo constante de la escritura, por que, cuando se escribe, hay que representar un mundo que se construye”.