viernes, 7 de noviembre de 2008

Cuento a partir del azar











Nombre: Eva Duarte
Fecha: año 1494
Lugar: Jesús Ramírez 384; Claypole
Canción: “Aunque nos llevan la contra todos los cuadros demás, será siempre independiente el orgullo nacional, dale campeón, dale campeón “



Trapitos rojos al sol

Jovencita morocha, extremadamente flaca, aspecto debilucho y mirada penetrante, envolvía un sueño quinceañero: lograr convertirse en una gran actriz.
Mucho se sabe de esa mujer, histórica, flamante, amada por multitudes y juzgada por tantos otros. Poco se sabe de una pasión oculta que comenzó en sus años de juventud y tendió lazos por el resto de su vida.
Vientos migratorios de la década del treinta, trajeron a la capital de la Provincia de Buenos Aires a una jovencita de tan sólo quince años llamada Eva Duarte. Esos años fueron muy duros para Eva. Acompañada por su hermano Juan, su vida transcurría entre castings y pensiones baratas. Sus actuaciones comenzaron a ser breves pero no pasaban inadvertidas, es que la muchachita, además de tener buenas condiciones para la actuación, portaba un carácter avasallante que despertaba la admiración del público y de sus compañeros de elenco. Mucha gente se asombraba al ver con qué entusiasmo subía a las tablas, a pesar de que el almuerzo de horas posteriores y una cama que contemplara sus dulces sueños, no formaban parte de su cotidianeidad, sino más bien del azar.
Su hermano “Juancito” era su gran sostén y gracias a su incondicional apoyo y por supuesto sus indiscutibles aptitudes, Eva, comenzó a ser convocada por importantes productores del ambiente artístico .Su figura tomaba cada vez más popularidad.
Hay días que amanecen como todos pero que traen sorpresas que transforman drásticamente nuestra rutina, marcándonos un antes y un después.
Uno de esos días Eva Duarte despertó y se dirigió al espejo. Como solemos hacer las mujeres después de un desengaño amoroso, corrió hacia la peluquería y pidió a sus asistentes que le trajeran un atuendo deslumbrante, con el recado que la prenda respetara su estilo y además marcara su escultural silueta. Esa noche Eva tendría una función particular.
El 15 de enero de 1944, un terremoto en la provincia de San Juan, sumió al país en una tragedia de proporciones considerables. Miles de argentinos perdieron su hogar y por ello la sociedad de actores, avalada por la secretaría de trabajo y previsión cuyo jefe era Juan Domingo Perón, organizó una serie de funciones teatrales en el estadio Luna Park con el propósito de recaudar fondos para los damnificados de ese terrible suceso. Esa noche, Eva, lucía radiante. Fue muy aplaudida y condecorada por esa obra de bien pero ni se imaginaba que el coronel que puso una medalla sobre su cuello, sería en poco tiempo el hombre de su vida. Perdón, uno de los hombres de su vida.
Al poco tiempo Perón fue destituido de su cargo y quedó preso en la isla Martín García. Eva comenzó a trabajar clandestinamente en los sindicatos en reemplazo de su amado, hasta que salió en libertad el 17 de Octubre de 1945. En pocos años se casaron y Perón asumió su primer gobierno.
Las vueltas de la vida hicieron que Eva saltara del mundo de los camarines y las tablas, al mundo de los palcos multitudinarios, no menos apasionantes para ella.
El matrimonio Duarte- Perón, era una fórmula explosiva. Ambos tenían un carácter preponderante y discutían con la misma pasión con la que se amaban. La admiración que sentía el uno por el otro crecía notablemente. Pero todo no era color de rosa.
Un mal día, insólitas e inoportunas coordenadas del tiempo hicieron que se cruzaran un humilde trabajador del correo y uno de los líderes políticos de la época. Juan Domingo Perón arribaba a su residencia. El cartero, quedó mudo al reconocer a esta importantísima figura.Sin poder si quiera pronunciar una palabra, tendió su mano temblorosa y le entregó la correspondencia.
La carta estaba dirigida a Eva Duarte. Su marido tomó la carta con las dos manos y sin despegar la vista de la misma, atravesó el parque hasta llegar al interior de la mansión.
Los ojos de Juan Domingo aumentaron tres veces de tamaño al ver este sospechoso remitente: Pedro Quartucci, Jesús Ramírez 384; Claypole.
Pedro y Eva se habían conocido muy de jovencitos, años antes que ella se casara con Perón. El encuentro se produjo en un casting de actores en el cuál ambos quedaron seleccionados para formar un importante elenco que recorrió todo el interior del país. Entre ensayos, giras que van, giras que vienen, se enamoraron perdidamente. Fueron años muy felices y muy intensos para los dos. Eran jóvenes apuestos y compartían el mismo amor por el teatro. Tan grande era este amor que Eva le había regalado una reliquia familiar que pertenecía a su padre Juan. El obsequio era una medalla de plata grabada con el nombre de Cristóbal Colón y el año 1494. Este tesoro había sido pasado de generación en generación por los Duarte hasta llegar a las manos de Eva.
Juan Domingo apoyó la carta sobre la mesa, abrumado por la incertidumbre y la angustia que le provocaba este sobre herméticamente cerrado, decidió dejarlo sobre el mueble e ir por una ducha reparadora.
Una vez duchado tomó su bata de seda preferida, pues tenia bordado en el pecho el escudo de Racing club. Sacó del estante una botella de whiski empezada y se dirigió nuevamente a la cocina.Comenzó a mirar fijamente el sobre. La curiosidad y los celos le carcomían la cabeza. Encendió una hornalla y puso agua a hervir. Con el vapor de la misma, abrió cuidadosamente la carta para que no quedaran evidencias.
“Querida Eva:
Ha pasado casi un año del último encuentro y no he tenido más noticias tuyas.
Se que tu matrimonio con Juan marcha muy bien al igual que tu exitosa labor política.
¡Que linda que estas Eva!……..”
Juan Domingo estaba indignado y no salía de su asombro .Comenzó a hacerle fondo blanco al vaso de Whiski on the rocks que tenia aferrado a su mano izquierda, sus dientes comenzaron a rechinar como un potro enfurecido; ordenó que le trajeran otra botella whiski y continuó leyendo.
“No es que quiera molestarte, pero me es imprescindible sentarme en un café y soñar un poco y tal vez amarnos. Todas las cosas que me gustan tienen tu cara, no sabes lo difícil que es para mí intentar olvidarte, enciendo el televisor y estás en todas partes, no sabès el orgullo que me despierta verte hablarles a tus descamisados con tanta pasión .Me trae recuerdos de cuando íbamos a la cancha a alentar a Independiente ;me perece verte cantando con esa misma pasión “Aunque nos lleven la contra todos los cuadros demás, será siempre independiente el orgullo nacional, dale campeón dale campeón ¿te acordás Eva? "
Perón comenzó a golpear su cabeza contra la heladera de acero macizo y a suplicar una y otra vez “No mi negrita, no, no podes hacerme esto”
Nada peor para un hincha de Racing descubrir que su amada esposa no solo tenía un amor clandestino, sino que también en un pasado no muy lejano había sido hincha del rojo por este desconocido personaje.
Horas más tarde, Eva llegó cansadísima de su fundación y al entrar a la cocina encontró a su marido en bata, totalmente ebrio; cantando barbaridades con una carta despedazada en sus manos.
Fueron días muy complicados para el matrimonio Perón. Juan no le habló a Eva durante un mes. Por esas fechas Eva estaba muy ocupada en su fundación y además trabajaba duramente para que se aprobara un proyecto de ley sobre el sufragio femenino.
Este hecho, retraso bastante el sueño que tenía Eva. La irritación de su esposo no cesaba. En parte por su enojo pero también por ser ultra conservador, se oponía rotundamente a la aprobación de esta ley.
Después de una leve tormenta, el matrimonio comenzó a recomponerse.Un amor tan grande no podía terminar por un desliz que según Eva, era parte del pasado.
Finalmente el 9 de septiembre de 1947 se sancionó la ley 13.010 estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres.
No sólo la vida de Eva había cambiado rotundamente, sino la de todo un país.






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