viernes, 14 de noviembre de 2008

J.D Salinger / Nueve cuentos

Un día perfecto para el pez banana

El teléfono de la habitación 507 de un hotel de Florida no deja de sonar.
Esto no parece importarle a Muriel que está ocupada pintándose las uñas y seguramente presume el llamado acusador de su madre.
Mediante un diálogo muy bien logrado entre madre e hija, Salinger presenta “Un día perfecto para el pez banana” mechando en esta conversación todos los condimentos para atrapar la atención del lector. Mediante preguntas incisivas, frases interrumpidas y evasiones logra crear un clima tenso que se va a extender a lo largo de todo el cuento.
Por medio de esta interesante conversación que pasa de la tirantez a la frivolidad da a conocer a el misterioso personaje protagónico del cuento llamado Saymur.
Saymur le aporta a la historia una adrenalina interesante.
Estratégicamente, Salinger, en un principio va a presentar a este personaje de forma misteriosa y fragmentada, lo que en mi caso hizo que aumentara la velocidad de la lectura.
Inicialmente da cuentas de una persona tenebrosa que provoca angustia a los padres de Muriel. A partir del apodo en que últimamente la llama “Mis buscona espiritual 1948” se deduce que Saymur no esta del todo en sus cabales. Este tipo de frases absurdas, características de este autor, generan en quién las lee una especie de desalineación.
El personaje de Saymur se va a ir revelando mediante palabras claves como psiquiatra, ejército, guerra y alta de hospital.
En líneas posteriores se hace presente el personaje de Sybil Carpenter formulando una pregunta bastante anormal ¿has visto más vidrio?, de nuevo se evidencia la habilidad que tiene este autor para romper el hielo mediante ciertas anomalías que en verdad descolocan. La escena culminante del cuento se da cuando Sybil se encuentra con Saymur en la playa, juntos van a protagonizar un hecho de suma tensión por el peligro que implica para una pequeña jugar en el mar con un hombre que no esta del todo equilibrado. Ambos comparten un código que no forma parte del afuera.
En este caso la tensión se resuelve de buena forma pero lo atrayente de este suceso es la anécdota sobre los peces banana que Saymur le cuenta a Sybil. “Sus costumbres son muy curiosas. Entran en un pozo que está lleno de Bananas. Cuando entran parecen peces como todos los demás. Pero, una vez dentro, se portan como cerdos; he oído hablar de peces banana que han entrado nadando en pozos de bananas y llegaron a comer setenta y ocho bananas; Claro que después de eso engordan tanto que no pueden salir”
Esta anécdota que parece insignificante, divertida y hasta infantil, se refiere a un contexto de guerra que Salinger propone dramatizar a través de los trastornos de Saymur, quien sufre las secuelas de la guerra y no parece ser entendido por la gente que lo rodea.
En torno a este complejo tema, la escritora Sandra Russo hace un análisis muy interesante acerca de cómo se vincula este aparente fábula con las relaciones de poder que se establecen entre los hombres. “Cuando hombres y mujeres entran en un pozo de poder no pueden frenar sus instintos, comen y comen hasta que se atragantan. Hay naturalezas contra las que no se puede luchar”.
La tensión vuelve a tomar protagonismo en la siguiente escena, donde Saymur se encuentra en el ascensor con una mujer y este se irrita por que la señora le miara fijo los pies. Inmediatamente se presenta el final del cuento. Saymur llega a la habitación 507 donde se encuentra su novia durmiendo, toma una pistola y se suicida.
De esta forma, Salinger, deja sin aliento al lector postergando la resolución del cuento en últimas instancias.
El hombre que ríe

El hombre que ríe es la historia de un niño Newyorkino que atraviesa la pre- adolescencia y pertenece a un grupo conocido como el club de los comanches, quienes están a cargo de un joven universitario, John Gedsudski, a quien los comanches llamaban “el jefe”. Este joven los recogía con un viejo autobús y los hacía participar de actividades deportivas y culturales.
En este viejo autobús se producía un ritual que era añorado por estos pequeños. El jefe les relataba la historia de “El hombre que ríe”, una especie de superhéroe extravagante que tenía a todos los comanches expectantes.
La historia va a transcurrir entre los relatos de este niño en lo que ataña a su rutina en la organización de comanches combinando en forma fragmentada los relatos de las hazañas del hombre que ríe.
Salinger toca contenidos de importancia social en este cuento, temas relacionados a el mundo de los adolescentes, como se vinculan con el mundo adulto y en que situación se encuentran con los padres, cuestionando el rol de estos últimos que parecen desligarse de sus hijos mediante el autoritarismo y la indiferencia.
A partir del personaje del hombre que ríe puedo reconocer en Salinger una inventiva privilegiada, una constante recurrencia al absurdo, una imaginación desopilante que logra descolocar, divertir y sorprender con cada aventura del hombre que ríe.