" Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentiras,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras"
( Joaquin Sabina, 19 Días y 500 Noches)
Esta reflexión de Martín Caparrós en “La Argentina Crónica”, recopilación de Maximiliano Tomás, me da licencia para pensar varias cuestiones acerca de la esencia misma del género. En primer lugar la mirada extrema que no le debe faltar al cronista, derivará en una subjetividad que considero un tesoro en tiempos donde modos análogos de mostrar lo que pasa en el mundo, opacan formatos más interesantes para percibir la realidad. Me pregunto si esta filosofía o conducta a la hora de construir un pedazo de mundo o un personaje no está condicionada por un patrón mercantil en donde rigen leyes de oferta y demanda, ¿quiénes optan por ver o mirar? , ¿qué intereses se ponen en juego?
Estas preguntas abren un abanico de problemáticas que me inducen a pensar cómo está posicionado el género en nuestra actualidad, qué proporción de comunicadores se dedican a producirlas y qué fines éticos y metodológicos utilizan.
Coincido con Caparrós en esta especie de protesta sobre la falta de espacio para publicar crónicas en nuestro país; adhiero a la causa de que en la mayoría de nuestros medios gráficos y digitales, lamentablemente, la crónica se ha convertido en un género en extinción. Cabe destacar que esto no es sólo un problema local y repentino.
En su obra “El Narrador” Walter Benjamin sostiene “cada mañana se nos informa sobre las novedades de toda la tierra. Y sin embargo somos notablemente pobres en historias extraordinarias”.Ello proviene de que ya no se distribuye ninguna novedad sin acompañarla con explicaciones”.Mediante esta afirmación el autor señala que este fenómeno responde a un proceso histórico que involucra varios cambios seculares que han ido reduciendo progresivamente la narración al campo de la espectacularización de la imagen. En dicha publicación Benjamin habla de una “nueva” forma de comunicar, yo la defino en la actualidad como la forma “legítima” de comunicar: la información.
Este modo conceptualmente predominante de transmitir, mejor dicho de negociar, la actualidad, está embriagado por la inmediatez de la información que excluye la capacidad para intercambiar experiencias que avalan una identidad y una subjetividad así como también ponen en segundo plano el arte de narrar. Respecto a este argumento, el autor postula “El consejo entretejido en la tela de la vida vivida, es sabiduría. El arte de narrar se acerca a su fin, por que el lado épico de la verdad, la sabiduría, está en trance de desaparecer”.
Acerca de esta tesis de Benjamin, Caparrós hace una síntesis histórica que manifiesta estas formas, a mi parecer, paradójicamente regresivas de contar lo que sucede en el mundo “La crónica era el modo de contar de una época en la que no había otras. Durante muchos siglos el mundo se miró – si se miraba- en las palabras. A finales del siglo XIX, cuando la foto se hizo más portátil, empezaron a aparecer esas revistas ilustradas donde las crónicas ocupaban cada vez menos espacio y las fotos más: la tentación de mostrar las fotos de los lugares que antes escribían.
Después vino el cine, apareció la tele. Y muchos supusieron que la escritura era el modo más pobre de contar el mundo: el que ofrece menos sensación de inmediatez, de verosimilitud. La palabra no muestra: construye, evoca, reflexiona, sugiere esa es su ventaja”.
En lo que respecta a la mirada pienso que también está condicionada por la ética profesional de cada periodista. En este planteo entran en juego varios asuntos, ¿cómo utilizar la mirada?, ¿cómo construir una subjetividad respetando la lealtad sin caer en manos de la especulación?
En cuanto a género de no ficción, la crónica presenta cierta tirantez entre realidad y ficción. En “El relato de los hechos” Amar Sánchez destaca “los relatos de no ficción, testimoniales, no son transcripciones de hechos más o menos significativos, por el contrario plantean una cantidad de problemas teóricos debido a la peculiar relación que establecen entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa. El género tiene como premisa un material que debe ser respetado, registros como grabaciones, documentos y testimonios comprobables que no pueden ser modificados por las exigencias del relato; el contenido es el resultado de una producción que cuenta con una mezcla de material más narración, los textos tienen una lógica interna que construye la subjetividad de otra realidad percibida por el cronista que pone en juego la credibilidad del contenido”
Hacer un buen uso de la mirada resulta fundamental para la crónica. Los límites entre realidad y ficción suelen hilar muy fino. Puede llegar a ser muy seductor aportar condimentos ficticios para adornar una crónica. Creo que lo que la hace bella, es el contenido de verdad que esta posea y sostengo que la mirada profunda es lo que va a hacer innecesaria la apelación a malversar material periodístico. Me parece oportuno cerrar esta idea con una cita de un escultor francés, llamado Auguste Rodin, que Celia Guichal compartió con nosotros durante el seminario “Es feo en el arte lo que es falso, lo que es artificial, lo que pretende ser bonito y precioso, lo que sonríe sin motivo, lo que amenza sin razón, lo que se arquea o se endereza sin causa, todo lo que carece de alma y de verdad, todo lo que no es más que alarde hermosura y gracia, todo lo que miente”.
Mirada y escritura van de la mano en la crónica. Una no puede existir sin la otra. Me parece relevante indagar sobre qué significa la crónica para aquellos pocos que se dedican a ellas y cómo se llevan los cronistas con la simbiosis de mirar y escribir. A partir de este planteo surge la necesidad de analizar también, cuáles son los límites éticos y metodológicos para contar una historia.
En la recopilación de Maximiliano Tomás se encuentran definiciones de crónicas hechas por los propios cronistas. Voy a exponer una pequeña tesis del género que engloba un sentimiento muy fuerte y vocacional con respecto a la labor periodística del cronista “La academia dirá que la crónica es una variante del periodismo llano y que se propone contar un hecho noticioso- un fenómeno, un suceso, un personaje- valiéndose de elementos de la narrativa. Pero mejor así: es prosa nerviosa, urgente y severa, afectada por la potencia de la realidad y escrita desde adentro: como vivida. Yo, cronista, estoy en el medio de la crónica, la camino. Entro en la historia, la padezco me enojo, sudo, salgo, vuelvo y la expulso como me viene. Alguien dijo que era literatura bajo presión; yo digo que es periodismo sin cáscaras” (Sánchez Gonzalo; “La Argentina crónica”. Año 2007/ pág.189). Ese periodismo sin cáscaras del que habla Gonzalo Sánchez es el que se rige por la mirada.
Con respecto a los límites éticos, en esta misma edición, hay una interesante opinión de del cronista Esteban Shmidt, que además revela como esta situado el género en la actualidad y la relación compleja que se establece con los periodistas.
“El límite más obvio en la Argentina es que nadie, ninguna empresa, ninguna cooperativa u ONG paga el tiempo que lleva hacer las cosas bien. En principio limita mucho la agenda por que los periodistas pueden narrar sobre una muy escasa gama de posibilidades siempre atada además a no complicar la relación de esos medios con los anunciantes. Una de las derivaciones éticas que esto tiene es que los medios naturalizaron las crónicas sobre la miseria que- para interlocutores de clase media como
son los periodistas y sus lectores – es un mundo que se cuenta solo, por la simple verificación del contraste, con los nenes y sus mosquitos duros, los charquitos de agua y las madres gordas de comer en Ugi’s”( Pág.154)
Retomando el tema de la mirada, central para quienes sienten con plenitud la vocación de cronista, me parece necesario citar este concepto “La crónica es una versión insospechada de lo real” (Alarcón Cristian/ “La Argentina crónica”/año 2007 Pág.49 ) Esta breve definición invita a pensar varias cuestiones que tienen que ver con la mirada, con la reconstrucción de los hechos, con lo sorprendente que puede llegar a se sumergirse en un mundo desconocido y descubrir un abismo de vivencias, sucesos, hechos, personajes y circunstancias que uno jamás hubiera imaginado.
Voy a contarles ahora mi experiencia personal en la incursión a este mundo tan apasionante. En particular, tuve en cuenta esta mirada extrema que señalan Caparrós y otros autores como algo esencial, quise dar cuenta de un espacio, la biblioteca y complejo cultural Mariano Moreno, lo mejor posible. Habían pasado los años, el lugar estaba muy cambiado y con bastantes dificultades económicas. Sin embargo, había un detalle en apariencias omisible pero que era fundamental para contar por qué el lugar seguía adelante. Había una columna importante que sostenía todo ello: la gente.
Recopilé distintos testimonios y cada persona, desde su lugar, aportó lo necesario para dar cuenta de algo que estaba más allá de esa gran estructura construida con fines educativos y culturales. Esto me permitió mirar al lugar desde lo simbólico, entonces decidí que así quería mostrarlo.
La mirada es un ejercicio introspectivo que tiene algo de innato. La defino como la más bella de las subjetividades. También es una filosofía de vida, una forma de pararse frente al mundo. La mirada se asocia con la extrema percepción de las cosas, con la excavación en superficies lánguidas y con el inconformismo de realidades parciales. La mirada pienso que también es política. La crónica significa mirar. “El periodismo de actualidad mira al poder. El que no es rico o famoso o rico o rico y famoso o tetona o futbolista tiene, para salir en los papeles, la única opción de la catástrofe: distintas formas de la muerte. Sin desastre la mayoría de la población no puede- no debe- ser noticia… La crónica se revela contra eso – cuando intenta mostrar, en sus historias, las vidas de todos, de cualquiera: lo que les pasa a los que también podrían ser sus lectores. La crónica es una forma de pararse frente a la información y su política del mundo: una manera de decir el mundo también puede ser otro. La crónica es política” (Caparrós Martín “La Argentina Crónica “/ Año 2007/ Pág. 11).
Gloria Pampillo, en “Permítame contarle una historia” (pág. 209) muestra, mediante una frase, esta relación tan significativa entre mirada y escritura que coincidiendo con los autores citados constituyen el pilar de todos los géneros periodísticos y literarios “Mirar. Eso si que es clave en la narración. Es todo un arte y un vicio la operación de mirar cuando se escribe. Y es un reclamo constante de la escritura, por que cuando se escribe hay que representar un mundo que se construye…”
No puedo finalizar mi ensayo sin citar a uno de los maravillosos escritores y auténticos cronistas de profesión que vimos durante el seminario “A lo mejor todo viene de aquella vez que me caí cuando era un pendejo y me golpié la nuca y nadie lo vio lo que pasaba adentro. Vos viste cómo era que no podía estarme quieto, pero no sabés por qué. Es que de golpe me agarraban esas ganas de gritar y de correr, sentía un ácido en los pulmones, por mí hubiera seguido corriendo hasta la Quiaca. Hasta que saqué esa foto y me calmé, pensé que ahí a lo mejor había una salida, que yo tenía una mirada, sabés, y que esa era mi mirada, y el viejo me puso el negocio. Yo quería devolverles algo, mostrar, no sé lo que te digo, pero mostrar el mundo en cuadritos de papel, que se pararan a mirarlo como yo y vieran que no era tan sencillo...yo no me puedo quedar quieto frente a lo que veo, tengo que hacer algo, y todos me dicen que no, de golpe me siento como atado, y hasta las cosas se te ponen en contra, los negativos se rayan la luz no funciona, no te rías, yo te digo que la luz no funciona como antes, no camina en línea recta, se vuelca de las cosas como un líquido pegajoso, esta cansada de andar y nada la contiene, el mundo esta podrido y en sueños me deshago en pedacitos y doy mal olor como si estuviera muerto”.
(Rodolfo Walsh “Los oficios terrestres”/ segunda edición: Julio de 1996; Fotos; Págs. 47/48)
Bibliografía
Selección de Maximiliano Tomás. Prólogo, Martín Caparrós. La Argentina Crónica. Historias de un país al límite. 2007 Grupo Editorial Planeta S.A.I.C
Benjamin Walter, “El narrador: consideraciones sobre la obra de Nicolai Lescov”, en sobre el programa de la filosofía futura, Barcelona, Planeta Agostini, 1986.
Amar Sánchez, Ana María “El género de no ficción: un campo problemático” en el relato de los hechos. Rodolfo Walsh: testimonio y escritura.
Pampillo Gloria, Augusto Albajari, Laura Di Marzo, Alicia Méndez y Ana Sarchione, Permítame contarle una historia, Buenos Aires, Eudeba, 1999.
Walsh Rodolfo, Los oficios terrestres, “Fotos”. Ediciones de la Flor S.R.L